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Mi paso

El chalaneo con la sangre inocente

Todavía la sangre de nuestros caídos se retuerce por el miserable uso que algunos hacen de ella. Por haber sido derramada para el chalaneo partidista, por escupirla al rostro del político contrario.
Un buen día, alguien se amparó en una ley (gracias a Dios derogada) que le permitía declarar la guerra y la paz. Envió hijos e hijas, hermanos y hermanas, esposos y esposas, padres o madres a tierras lejanas, a tierras extrañas bajo el amparo de una ONU prostituida.
Quiso poner a nuestro país a la misma altura de los grandes, sentarse en la misma mesa y practicar el mismo lenguaje, el de la guerra. Un juego muy caro, caro en dinero, caro en lo político y caro en lo único que no se puede recuperar, en vidas. Vidas de los que cayeron cumpliendo con su deber, cumpliendo la sagrada ley de los ejércitos, la disciplina y caro en familias rotas, rotas ilusiones, esperanzas, anhelos, rotos momentos entrañables para esos hijos que los vieron salir y nunca los vieron entrar, para esos padres que pusieron su empeño y su tiempo en ver crecer esos árboles que fueron talados inmisericordes.
Bien podían habernos puesto en la misma mesa de los grandes, pero no apostando a quien derrama más sangre, sino con la Cultura, la Educación, la Industria y la Investigación, con el Bienestar de sus ciudadanos. No me importan los propósitos políticos, porque esta gente no me merece más respeto que las botas de cualquiera de nuestros caídos. Porque desde un despacho engordan sus vanidades a costa de los demás. Porque los que criticaron la aventura de Irak, son los mismos que con el pretexto de la misma ONU corrupta, los han mandado a Afganistán, al Líbano, etc..etc..etc, y no precisamente a hacer senderismo, ni a dormir en lujosos hoteles entre crónica y crónica copiada del vecino, ni a hacerse fotos con el fondo de un cadáver o una casa ardiendo. Los han enviado a ser el pato en la feria, a hacer lo que los mismos nativos no pueden hacer, a proteger vidas, haciendas, culturas y libertades tanto de hombres como de mujeres, para intentar que los niños retornen a sus escuelas, que las mujeres no se escondan detrás de negras telas y puedan tener las mismas oportunidades que sus verdugos, que el padre de familia pueda llegar a su hogar con un sueldo ganado honradamente y mirar a sus hijos a los ojos con una mirada limpia.
Dirijo esto a esos miserables que aun siguen por la ignorancia, la maldad, la prepotencia, la ruin traición, escupiendo en la tierras que fertilizan sus cuerpos.
Ellos fueron porque el honor se los demandó, porque cumplieron con su deber, porque acataron, como es su religión, las ordenes recibidas, aunque se las llegasen a cuestionar y el corazón les pugnase en levantarse en rebeldía, aun así dieron su futuro, su pasado, su presente, su vida toda. Por enarbolar su bandera, nuestra bandera, ante la mirada incrédula del resto del mundo.
En Irak, tuvimos más de un muerto, algunos de ellos muertos y sus despojos pisoteados.
Cada hombre que caía era reemplazado inmediatamente por sus compañeros que voluntariamente se ofrecieron a ocupar su puesto.
Ellos no huyeron , ni abandonaron, igual que fueron cumpliendo ordenes, volvieron.¿ Puedes comprender lo que supone atravesar una columna, un país hostil sin cobertura aérea?, porque los americanos nos negaron el agua y la sal. Pero el "garliboche" de turno, sin sopesar la decisión, desde su despacho se frotaba las manos por la "hombrada" ante sus electores. Sin dejarse asesorar en como cumplir sus ordenes para que esto no supusiera más castigo a nuestros soldados, sin pensar en ellos, que al fín y al cabo era los que tenían que jugársela una vez más por una apresurada decisión.
No te cuento, lo que supuso para nuestros legionarios pasar entre las filas del "heroico" ejercito portugués y polaco aguantando cacareos mientras imitaban a las gallinas y les lanzaban huevos por partir de allí cumpliendo ordenes, eso no lo sufrió el mamarracho de turno en su Moncloa, él no porque estaba más pendiente de su ego que de los miles de nuestros soldados.
Y es que no basta con dar ordenes, hay que saber darlas sopesándolas, midiéndolas y pensando en la mejor forma para su ejecución.
Durante los 14 meses que España formó parte de la coalición (entre marzo de 2003 y mayo de 2004), un total de 11 españoles perdieron la vida en Irak. El último fue el comandante de la Guardia Civil Gonzalo Pérez García, que el 22 de enero de 2004 resultó gravemente herido al recibir un disparo en la cabeza en el pueblo de Al Hamza, en Irak. Quedó en estado de coma profundo e irreversible y murió días más tarde en el Hospital Central de la Defensa, en Madrid. Antes de eso, el 29 de noviembre de 2003, siete agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) fueron asesinados en Latifiya (Irak) en una emboscada, en la que sobrevivió el agente José Manuel Sánchez Riera, cuando viajaban en dos vehículos todo terreno desde Bagdad a Diwaniya. En el ataque fallecieron Carlos Baró Ollero, José Lucas Egea, Alberto Martínez González, José Merino Olivera, José Carlos Rodríguez Pérez, Alfonso Vega Calvo y Luis Ignacio Zanón Tarazona. Los siete tenían procedencia militar. Otros tres militares españoles fallecieron en Irak entre agosto y octubre de 2003. El capitán de navío Manuel Martín Oar murió el pasado 20 de agosto a consecuencia de las heridas que sufrió en el atentado con coche bomba contra la sede general de la ONU en Bagdad. El segundo militar fallecido en Irak fue el sargento del Ejército del Aire José Antonio Bernal, que fue asesinado el 9 de octubre de 2003 por un grupo de desconocidos que le dispararon a quemarropa a la entrada de su domicilio a las afueras de la capital iraquí. La tercera víctima fue el sargento Luis Puga Gandar, que murió en Dawiniya (centro-sur de Irak) el 26 de octubre del mismo año cuando recibió un disparo accidental de un compañero en el momento en que éste preparaba su arma.
Ahora, como nuestros soldados ya van a la guerra de "legales", con papeles, (por la ONU) a su regreso en justo reconocimiento por su labor, el ínclito de la Moncloa los condecora, pero a aquellos que estuvieron en Irak, como se fueron por su cuenta a hacer la guerra, sin que nadie los mandase, por la verguenza que supuso para nuestro pais, por su comportamiento indisciplinado, a su regreso ni los miró a la cara, tuvo que ser el ejercito Polaco,bajo cuyas ordenes estuvieron, el que viendo la postura del Impresentable, los condecoró uno por uno con la medalla Polaca de la paz.
Mi pequeño homenaje a todos aquellos, a los posteriores y a los presentes, por dignificar nuestra bandera, por dignificarnos a todos, para que los que la queman y los que la besan, lo puedan seguir haciendo en un país en libertad.

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